Podemos cambiar: hasta los recaudadores de impuestos

Abr 25, 2016Blog0 Comentarios

Podemos cambiar: hasta los recaudadores de impuestos

Leía uno de nuestros libros recientemente publicado, El Código Jesús cuyo autor es mi gran amigo y pastor Darío Silva-Silva. Una obra exquisita. Sencilla pero profunda, que da cuenta como las personas podemos cambiar de actitud y mejorar nuestra manera de vivir con valores que creemos anticuados.

Por estas cosas de la vida, Darío menciona a los “recaudadores de impuestos”, aquellos empresarios de lo ajeno que dicen bregar por la sociedad mientras sus bolsillos se abultan con dinero que no les pertenece.

Hace alrededor de dos mil años, en Tierra Santa, los publicanos, recaudadores de impuestos, eran odiados por la gente porque les sacaban el billete a sus compatriotas judíos para dárselos al Imperio gentil que los había invadido. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Estos personajes constituían una auténtica mafia y ganaban fuertes cantidades de dinero con las participaciones que en Argentina llaman coimas, en México mordidas y en Colombia serruchos, afirma Silva-Silva.
Jesús, Mateo, Zaqueo y Al Capone
Mateo era recaudador de impuestos. Tenía sus oficinas en las calles. Sus bolsas se rompían por el peso de las monedas. Cheques, documentos de hipotecas, préstamos personales y la Julius Cesar card eran sus herramientas de trabajo. No nos olvidemos de una calculadora solar, porque las baterías aún no se inventaban. Jesús caminaba por la aldea. Lo ve de lejos y menea la cabeza como diciendo: Así no es la vida que quiero para ti. Ama a tus hermanos, no los times. Se acerca a Mateo y le dice: Sígueme. Fue tan profundo el llamado que Mateo no resistió, dejó toda su comodidad económica, sus negocios para Roma y para él mismo, y siguió al carpintero.

Hoy día, como entonces, la actitud de Mateo es casi única. Las personas nos apegamos a los negocios, a los bienes materiales, al confort antes que seguir a un carpintero de quienes todos hablan, muchos se burlan y pocos le siguen.

Risueñamente Darío menciona los años de la cosa nostra, y pregunta: ¿Qué habría comentado el ‘Chicago Tribune’ si, demos por caso, el eminente teólogo Reinhold Nieburhn hubiese cenado alguna vez en la mansión de Al Capone? ¡Curiosa figura! Sin embargo, salvando las distancias, Jesús lo hizo. Comió con Zaqueo, el jefe de los recaudadores de impuestos. El más adinerado de todos. El mejor acomodado con Roma en la zona de Jericó y aledaños. Zaqueo era el capo mafia.
El funcionario más aclamado
Pero la lista de personas indeseadas o no amadas por el pueblo, no se agota aquí. En la historia bíblica como en nuestra historia cotidiana los recaudadores de impuestos van de la mano de los religiosos legalistas, en este caso los fariseos. Aquellos que hacen sentir el rigor de la ley religiosa como latigazos en la espalda, y una pesada carga de 3 toneladas. Uno de ellos fue un agitador, ciudadano de Tarso, organizador de sicarios y terroristas religiosos que masacraron a los primeros cristianos. Así lo describe al Apóstol Pablo Silva-Silva en El Código Jesús. Un hombre bien preparado académicamente y en conocimientos de la Ley religiosa. Sin embargo, camino a Damasco fue tocado por Dios.


Hay una manera de tener éxito en la vida
Cuando nos acercamos al estilo de vida que muchas personas, por no decir todas las personas, anhelan, podemos encontrarnos con codiciosos que no son recaudadores de impuestos o con legalistas que no son religiosos. En la sociedad hay personas que desean prosperar y es un deseo legítimo que Dios alienta. Para muchos prosperar es sinónimo de amplitud económica, de riqueza material. Sin embargo no siempre es así. Para otros, prosperar económicamente está mal. Es una muestra de orgullo y de valores basados en lo material. Si nos vamos a los extremos entenderemos que ambas posiciones son verdad y muy fuertes, pero no es así de determinante.

En el plan de Dios hay un deseo de prosperidad para el hombre y la mujer. La Biblia señala que si los seres humanos seguimos las instrucciones del Gran Libro de Dios tendremos éxito en nuestras vidas. Josué 1:8 dice: Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.

Si los recaudadores de impuestos pudieron pasar de un extremo a otro con su actitud y seguir las instrucciones del Maestro para cambiar de vida, cuánto más el hombre o la mujer común, que no tiene la presión de ser despreciada por sus pares. Lo interesante de esto es que cuando estos hombres odiados por la sociedad y enfermos por su codicia desmedida repitieron las instrucciones recibida, haciéndolo de día y de noche, prosperaron y tuvieron éxito del bueno. Del que no se esfuma con facilidad, del que los llevó a ganar una fortuna en una vida venidera, que según las Sagradas Escrituras es eterna.
El cambio es posible
Somos propensos a creer que las personas ambiciosas que se encuentran en el poder son personas que jamás cambiarán. Somos propensos a creer que ser personas prósperas y ser codicioso es la misma cosa. Hasta algunos osan justificarse en las actitudes de otros para no cumplir con las propias.

Los tributos son necesarios para la correcta marcha de la sociedad, Pablo fue claro al decir que: Así que es necesario someterse a las autoridades, no sólo para evitar el castigo sino también por razones de conciencia. Por eso mismo pagan ustedes impuestos, pues las autoridades están al servicio de Dios, dedicadas precisamente a gobernar. (Romanos 13:5-6).

El verdadero cambio empieza por casa, en mi propia vida, conmigo. Cuando cumplo con someterme a las autoridades y velo por ellas. Aunque esté pagando tributos injustos.

En cierta ocasión una prostituta llegó al lugar de un banquete donde Jesús era el invitado de honor. Burló a la guardia de la casa, se inmiscuyó entre la gente que atendía al Mesías y de repente estaba frente a él con un frasco del más caro y fino perfume. Dice la Biblia que: Llorando, se arrojó a los pies de Jesús, de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los ungía con el perfume (Lucas 7: 38). Sin perder tiempo, derramó el contenido del frasco sobre los pies de Jesús para adorarlo. Los demás que veían la escena se quedaron perplejos. Criticaron la actitud de la mujer, pero también la de Jesús que le perdonó los pecados: «¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?».

Jesús fue criticado con frecuencia por asistir a banquetes con personas non gratas. En verdad el cielo está lleno de recaudadores de impuestos y religiosos arrepentidos. En cambio, el infierno está lleno de damas y caballeros que nunca robaron, ni se hicieron más legales que la propia ley, pero que tuvieron un orgullo tan grande que nunca se pusieron de rodillas para pedirle a Dios perdón por sus pecados.

¿Te atreves tu?…

@PastorEstebanF
Director del Ministerio Latino de Biblica, y presidente del ministerio de capacitación a líderes “Nuestra Fortaleza”.

Por favor escríbeme a esteban.fernandez@biblica.com Será un gusto conocerte.

Este artículo apareció por primera vez en el blog de PastorEstebanF. Siéntete libre de difundirlo citando la fuente. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.

 

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