En una sociedad competitiva como la nuestra ser el primero es la meta a lograr, y como empresas, organizaciones y asociaciones siempre buscamos ser los primeros. Pero en un equipo de trabajo ser el segundo tiene la misma importancia que ser primero.
En la antigüedad el escudero del rey o del caballero andante era la persona de confianza, el segundo, aquel a quien el héroe le confiaba su vida. Algo así como Kevin Costner para Whitney Houston en el filme “The bodyguard” (El guarda espaldas)… ¡claro que no con el mismo final!
Para elegir al escudero el rey o el caballero, lo hacían de entre los mejores. Los más atléticos. Los que eran capaces de permanecer en pié la mayor cantidad de tiempo. Los que tenían mayor destreza con las armas. Los que tenían el mayor conocimiento empírico y la mayor práctica posible. Los que entendían rápidamente la estrategia y cumplían a la perfección con la orden impartida. Aquellos que dormían vestidos listos para salir a la madrugada a buscar a los enemigos. Los que con una mirada con su principal era suficiente para entender la acción a seguir. Es decir, alguien que merecía confianza. En una empresa, cualquiera sea, el segundo tiene la misma importancia que el primero. Porque es en quien la figura se apoya estratégicamente para desarrollar un proyecto. Es el que entiende la logística y la lleva a cabo, mientras el primero negocia, expone y se expone ante la sociedad, el directorio o la junta evaluadora.
Si miramos la actualidad de hoy, los presidentes, el rey de España, la reina de Inglaterra hasta los músicos o artistas más destacados tienen sus personas de confianza que se encargan de los detalles de los cuales depende el éxito de lo que estén llevando a cabo. Ya sea una negociación gubernamental como el traslado de un lugar a otro en una ciudad.
Esto ocurre así desde siempre. Veamos la historia de Josué en el capítulo 1 versículo 1 del libro que lleva su nombre: “Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, Dios le dijo a Josué hijo de Nun, asistente de Moisés”. Nótese que dice “Moisés, siervo del Señor…” y a Josué se la da el título de “asistente de Moisés”, en otras versiones diferentes a la Biblia NVI que uso, dice “siervo”. Más adelante, cuando Josué muere, capítulo 24 versículo 29 dice: “Tiempo después murió Josué hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años”. Ahora Josué es llamado “siervo del Señor” tal y como fue llamado Moisés. A Josué ser el segundo, el mejor segundo que Moisés pudo tener -recordemos que Josué y Caleb fueron los que vislumbraron la tierra prometida que a Moisés no se le permitió ni ver, ni entrar- y que tomó el primer lugar cuando el líder por excelencia desapareció. Nadie mejor que Josué entendió la visión y estrategia de Moisés, que a su vez era siervo de Dios.
El rey Saúl y el joven David
Otras de las historias apasionantes de la Biblia es la relación entre Saúl y David. En tiempos en que el rey Saúl estaba muy turbado hizo que sus sirvientes le buscaran a alguien que fuera capaz de calmar a su alma con música. Entonces encontraron a un muchachito, hijo de un campesino, cuidador de ovejas llamado David. El rey se sintió complacido con el joven y su destreza musical. El criado que recomendó al músico, le había dicho al rey: —Conozco a un muchacho que sabe tocar el arpa. Es valiente, hábil guerrero, sabe expresarse y es de buena presencia. Además, el Señor está con él. Su padre es Isaí, el de Belén (1 Samuel 16:18). Es decir que el joven cumplía con ciertos requisitos que luego lo convirtieron en el “escudero” del rey. “Cuando David llegó, quedó al servicio de Saúl, quien lo llegó a apreciar mucho y lo hizo su escudero” (1 Samuel 16:21).
Esa fidelidad era tan fuerte, tan respetada que aún cuando Saúl perdió la cordura y buscaba a David para matarlo porque David había logrado más proezas que el propio Saúl. “Entonces David y sus hombres, que eran como seiscientos, se fueron de Queilá y anduvieron de un lugar a otro. Cuando le contaron a Saúl que David se había ido de Queilá, decidió suspender la campaña. David se estableció en los refugios del desierto, en los áridos cerros de Zif. Día tras día Saúl lo buscaba, pero Dios no lo entregó en sus manos. Estando David en Hores, en el desierto de Zif, se enteró de que Saúl había salido en su busca con la intención de matarlo.” (1 Samuel 23:13-15).
Aun sabiendo David que era él el nuevo “ungido de Dios”, quien tomaría el poder y gobernaría a la Nación por voz del profeta Samuel, David se apiadó de Saúl y no se atrevió a tocarle un pelo. Dice la Biblia que sólo cortó el borde del manto de Saúl y que tomó conciencia de quién era aún el rey impuesto por Dios. “David se levantó y, sin hacer ruido, cortó el borde del manto de Saúl. Pero le remordió la conciencia por lo que había hecho, y les dijo a sus hombres: —¡Que el Señor me libre de hacerle al rey lo que ustedes sugieren! No puedo alzar la mano contra él, porque es el ungido del Señor.“ (1 Samuel 24:4b-6).
Luego el reconocimiento de Saúl a David como el verdadero rey de Israel fue absoluto. 1 Samuel 24:7-20 dan cuenta del fin de la persecución. Y Saúl confiesa: “Ahora caigo en cuenta de que tú serás el rey, y de que consolidarás el reino de Israel.” (v.20).
Conocer el lugar que uno ocupa en una organización, empresa o equipo es fundamental, pero tener un excelente segundo nos puede salvar la vida. Además el que viene tras el primero en algún punto de la historia dará el gran salto y pasará a jugar en las grandes ligas. El éxito de la empresa depende del equipo que formemos, pero fundamentalmente de quien sea nuestra “mano derecha”, esa persona de confianza de quien depende el desarrollo del proyecto.
Dos reflexiones finales: Si eres el principal, rodéate de un buen segundo. Si eres el segundo, haz tu tarea con tenacidad, un día no muy lejano llegarás a ocupar el primer lugar. No te olvides como alcanzaste lo que tienes y siempre rodéate de un buen segundo, una persona de tu confianza.
@PastorEstebanF
Director del Ministerio Latino de Biblica, y presidente del ministerio de capacitación a líderes “Nuestra Fortaleza”.
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